Es tiempo de... contemplar.

- Hoy voy a llenar de luz el blog. Hoy acompañaré mis palabras de imágenes llenas de esa vida que la primavera hace rebrotar. Es cierto que este año la primavera no ha llegado con el sol de la mano, pero hace poco pudimos disfrutar de unos días para contemplar la belleza de todo lo que tras un invierno frío, nevoso, oscuro y lluvioso, resurge con ganas de brillar.


Además, hoy tengo ganas de escribiros acerca de lo importante que se ha vuelto contemplar desde hace un tiempo en mi forma de vivir. A veces cuando vas en el autobús, cuando estás dando un paseo tranquilo, o cuando estás charlando un rato con personas que conoces y aprecias, algo te impulsa a pensar acerca del momento en el que te encuentras. Algo que te llama la atención más allá de lo que estas realizando en ese instante. A veces simplemente es contemplar a la persona que te habla, no solo escuchar, sino profundizar en lo que en realidad pugna dentro de ese corazón que te habla. Contemplar es saber admirar el brillo de los ojos de la persona cuando te habla de algo que realmente le emociona, cuando te cuenta sus próximos planes, cuando está rebosante de felicidad porque sus sueños están cumpliéndose... Contemplar es saber apreciar el momento en el que un corazón se siente roto y libera su dolor llorando a lágrima viva. Es saber que en ese preciso instante esa persona no siente más que la necesidad que te agaches a recoger los pequeños trozos y que con cuidado se los des en un abrazo sincero, sin decir nada.


Pero contemplar es una actitud que hay que dejar que tu corazón ponga en práctica. Digo corazón porque no es una acción que tu mente sea capaz de realizar sola. Si dejamos que la mente lo ponga en práctica corremos el riesgo de que nos quedemos en el momento de observar. Y observar no te implica a ser sensible a lo que te rodea. Las personas necesitamos que la vida nos implique para dejarnos tocar. Hasta entonces no nos sentiremos llamados a actuar desde ningún sentido vital.
Además de contemplar a las personas, podemos ser capaces de admirar lo que te rodea. Es un buen ejercicio para el alma. Somos naturaleza (y algo más), y por ello admirarla te pone en contacto con el "yo" interno. Si te paras, contemplas a las pequeñas vidas que trinan en los árboles dando un toque de música, o que llevan migas de pan de vuelta al hormiguero, o esos vuelos envueltos en colores que recogen néctar de las flores. Contemplar es aceptar que la naturaleza se asemeja a nuestra vida.


Os propongo un ejercicio doble: Esos días en los que el sol se deje asomar, tómate tu tiempo para dar un paseo, no hace falta que sea de horas. Escoge un lugar por el que siempre tengas curiosidad de ir, "enchufa" tus sentidos y fíjate en todo lo que forma ese paisaje. Será doblemente ejercicio, cuidarás tu físico y por otro lado te será más fácil escuchar a tu alma. Ya me contaréis quiénes lo realicéis qué tal os fue.

Imagen de http://www.nikonistas.com en Ponga, Asturias
Podría seguir hablando de la contemplación y sus múltiples formas de hacer de ella instrumento de humanidad, pero creo que por hoy ha estado bastante bien. Algunos echaréis de menos una forma más de contemplar y dejarse contemplar. Prometo hablar un día de ella, pues da para mucho ;).
Y para terminar, que mejor forma de despedirse que con música. Hoy me voy a lo clásico. Os dejo con La Primavera de Vivaldi. ¡Qué disfrutéis del día!



Gracias por la buena acogida de este pequeño blog. No os imagináis lo bien que me hace el saber que os ha gustado :)




Comentarios

  1. Si me permites, querría mostrarte otra Primavera... un poco más fresca ;p
    https://www.youtube.com/watch?v=P7Cd3C9qGJM
    Gracias por lo que escribes. Con esta entrada me he sentido muy identificada. A seguir contemplando!

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    1. Muchas gracias a ti Ana, por leerme y encontrar un sentido a mis palabras. Me ha encantado la interpretación de Einaudi, gracias por pasármela!

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