Levántate y...
Hace unos días, de estos típicos
de vacaciones que no tienes nada que hacer, me puse a escuchar
canciones, y descubrí a un autor que ya conocía. Digo descubrí,
pues nunca me había puesto seriamente a escuchar la música que el
comparte. Una de sus canciones hoy me inspira a crear una nueva
entrada.
Puede resultar un poco como la
continuación de la anterior entrada... Aunque hoy no hablaré de
dudas. Volveré a ser la voz de la experiencia, o al menos así es
como me gusta llamarlo. Volveré a poner en mis manos las palabras
que salen de mi “yo” más interno, para que mi experiencia sirva
de algún modo a alguien que se cruce con este pequeño rincón.
Una de las canciones que me inspira,
habla de sueños, caminos, y esa compañía infinita que todos
tenemos a nuestro alrededor, pero siempre nos inspira a seguir
adelante. Sin excepción. Esa compañía que tenemos cuando estamos
tan negados al mundo, pero que silenciosa nos observa, comprende, y
llegado el momento tira de nuestros brazos y nos devuelve a la
realidad. A la dura, a veces triste, pero siempre sorprendente
realidad. Una realidad que muchas veces no nos gusta, nos enfurece,
de la que no nos sentimos parte y repudiamos. Una realidad injusta,
excluyente, que nos etiqueta y discrimina, simplemente por ser
nosotros mismos.
Muchas veces nos centramos tanto en nuestras
heridas, que no nos damos de cuenta que tu mismo puedes ser tu peor
enemigo. Tu puedes ser causante de que tus heridas no se cierren, y
bastante es tener que sufrir mientras te curas como para tu hacerla
más grande. A veces es tal nuestro miedo, que recurrimos al
ostracismo y al “yocentrismo” (ego ya es bastante nombrado,
dejemos que descanse), al que nadie nos toque, “no vaya a ser
que...” ¿Qué?, ¿qué te hagan más daño?. Imposible. Y culpamos
a la realidad que nos excluye, y no nos falta razón. Cada uno de
nosotros vivimos nuestra realidad, y en eso creo que todos estaríamos
de acuerdo. Es distinta mi realidad, de la realidad de la persona que
lee esto, de aquella que vive en Finlandia, en España, en las
montañas de Perú, en el desierto de Mongolia, en el monasterio de
la montaña en el Tíbet, en las leproserías de Calcuta... y así
hasta infinito. Quizás no hasta tanto, pero si que tantas realidades
como personas habitan nuestro planeta. Lo distintas que son entre sí,
lo marcan muchos motivos. Lo triste es que sean distintas por la
injusticia, la cultura de querer todo a cualquier precio y los
modelos que consideramos desarrollados. Lo bonito es cuando las
realidades parten del respeto al otro, a su cultura, a su música, a
su arte y a su humanidad. Utopía lo llaman. Injusticia lo llamo yo.
Si lo piensas detenidamente, tus problemas y tus heridas, son frutos
de la autorrealización. Los problemas de la mayoría, por desgracia,
son el “¿cuántas veces comeré hoy?, ¡no me llega para darle de
comer a mis hijos!...” Cada uno sabe por donde van mis tiros. No
seré yo un ángel y un modelo de justicia. No seré yo quien diga
que me sigáis, pues mi forma de vida es la mejor. No y muchas veces
no. Pero no hacen falta grandes gestos para lograr grandes gestas.
Granito a granito se forma una playa. Solo falta que todos pongamos
un poco de nuestra parte. Y cada uno aprovechando su talento, ese que
todos tenemos, algunas veces escondido por el miedo a las etiquetas.
Cuando sacas tu talento, es cuando el mundo te lo agradece, solo
tienes que fijarte en el lenguaje de la naturaleza.
Todo esto sirve de ayuda en mi vida
diaria. Os puedo asegurar que aunque las dudas permanezcan, ahora al
menos no hacen ese daño que hacían. También os puedo asegurar que
el impulso por hacer esos pequeños gestos me ayuda a ser más
optimista y sentirme útil. Así, poco a poco, las heridas se van
cerrando y se pasa de página o se cambia de libro. Se llenan mis
horas de motivos para luchar, para decir a todos que yo puedo, a
alcanzar esa dura realidad y caminar junto a ella para no perderme. A
sacar fuerzas para no quedar atrás, a exprimir la adrenalina para
que el dolor no desgaste el corazón.
Y aunque me ha quedado una entrada, de
nuevo, muy individual, no me olvido que la canción hace referencia a
ese apoyo que describía al principio. Para todos es importante
sentir la mano amiga que se aferra a tu hombro y te da esperanzas.
Así es como todos crecemos desde tiempos prácticamente
inmemorables. Así es como la fe, que mueve montañas, encuentra su
hueco en nuestro interior, se instala y nos da horas de luz
inpagables. Al lado de los demás crece el alma, y se expansiona
nuestra humanidad. Los valores se aprenden junto al prójimo próximo,
valga la redundancia, y también se aplican de la misma manera al
lado de los mismos. Pues así, poco a poco, aprendiendo de las
experiencias personales, es como conseguimos esas pequeñas gestas y
nos pica una curiosidad sana por conseguirlas.
Ojalá nos picara esa curiosidad a
todos. Ojalá no nos centrásemos en nuestros propios problemas,
pensando que son únicos cuando hay tantas personas que pueden
situarse en nuestra situación. Ojalá la empatía se transmitiese
como los genes, y sensibilizara nuestros ojos, corazón, mente y
manos para actuar. Ojalá yo me aplique el cuento, y saque todo lo
mejor de mi. Ojalá...
Gracias a Álvaro Fraile y sus
canciones por inspirarme. Y a los que me leéis, también mil
gracias. Un tierno y fuerte abrazo.
Álvaro Fraile - Anda... Levántate y anda...
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