Cuando el agobio llama a tu puerta.

- Estos días me encuentra inmersa en un mar de apuntes y palabras. Inmersa en aprender los conocimientos necesarios para sacar adelante mi primer curso en la universidad. Por eso es que el título de hoy lleva escrito la palabra agobio.


Estos meses que quedan de exámenes son horribles. Me encuentro sosa, sin nada interesante que comentar, preocupada por los resultados que vendrán y centrada tanto en mi persona y mis condiciones que siento que el resto del mundo no existe. Y en ese momentos es cuando me dan pequeños escalofríos y recuerdo que en realidad no debería de sentirme así. Que aunque tengas que realizar este esfuerzo, la vida sigue, y no puede pararse uno a lamentaciones, que, si les haces mucho caso, te hacen entrar en una espiral de ansiedad, decepciones y depresiones. A nadie le gusta pasarse las tardes metido entre cuatro paredes (hay gente para todo, muy respetable), con los apuntes saliendo por las orejas, pero el que algo quiere, algo le cuesta, ¿o no?. 
Cuando el agobio llama a mi mente, intento relajarme, cerrar los ojos y desconectar del mundo. Pensar en algo que me encante, un momento y un lugar dónde me sentí relajada y sin preocupaciones. Intento recordar cada detalle de ese momento y tranquilizar la respiración. Es algo fisiológico: cuando respiras más despacio, el corazón que hace escasos 5 minutos se te iba a salir del pecho, comienza a bajar las revoluciones, hasta acompasarse con la velocidad que lleva el resto de tu cuerpo. Como si de una meditación se tratase, comienzo a decir mentalmente "vuelvo al presente, pero yo puedo", haciéndolo mi mantra personal (ahora ya no va a ser tan personal), cojo de nuevo los apuntes y me concentro en ellos. No voy a mentir si digo que muchas veces me habían dicho que antes de ponerse a estudiar o de realizar algo que nos supone estrés, realizara ejercicios de respiración o meditara un poco. Durante mucho tiempo no hice caso a esas recomendaciones y sin embargo, desde hace un tiempo, cuando me siento nerviosa o con el ánimo bajo, me tomo 5 minutos para mi y después me siento con muchas más energías. 


La vida es muy caprichosa. Nunca te regalará nada a no ser que hagas un esfuerzo. El esfuerzo es la manera con que le pagas los caprichos a esa "niña mimada". A veces parece que ese esfuerzo se hace en vano, pero el problema es que las personas somos un poco impacientes en ese sentido. Un hábito no se crea en horas, un par de días o una semana. Preguntárselo a los deportistas, o a los músicos, o para cosas más cotidianas.
El hábito de conseguir llegar a las metas que te propongas se crea a base de esfuerzo durante bastante tiempo, incluso me aventuraría a decir que se va creando a lo largo de las experiencias que te vayan surgiendo. 
Y es que las experiencias son la sal de la vida. Desde que nacemos hasta el final del camino, lo que recordamos son las experiencias vividas y que nos dejan "tocad@s". Recordamos las emociones que esas experiencias nos hicieron sentir y sus enseñanzas. Gracias a la riqueza y variedad de experiencias, cada persona es especial y todo un mundo por conocer. 
En la carrera (de fondo) en la que yo me encuentro, agobio y experiencias son palabras que se reflejan a diario. La primera porque es un trabajo constante, en el que tienes que prestar una atención permanente a todo lo que te rodea en tu unidad, con tus compañeros. Es mantener la alerta a cualquier cambio y actuar con la rapidez que te exigen los acontecimientos. Quien conozca lo que es trabajar en el ámbito de la salud o con las personas en general sabrá a lo que me estoy refiriendo. La segunda palabra, experiencias, es inseparable, pues me encuentro en relación constante con la vida, con esos pequeños mundos que se cruzan contigo. Esos apuntes que tanto agobio me dan, además de conocimientos, no me enseñan todo lo que supone mi futura labor. No te enseñan la riqueza y variedad en el trato con todo lo humano, no te enseñan la delgada línea que separa el principio y el fin de la vida. No te enseñan que todo lo que tiene que ver con las personas es tan relativo y efímero, a veces tan sin sentido, que por mucho que le busques explicaciones no lograrás entender muchas cosas.


Al final, todo lo que puedo aprender de la vida desde el punto de vista que lo enfoqué, desde esa actitud de servicio y ser roca firme para todo aquel que lo necesite, es en realidad lo que me da ánimos para superar estos días de intenso trabajo. El sentir que mi pequeña luz sirve de guía en algún momento a alguien es una de las cosas que le da sentido a mi existencia.
Me despido hasta que encuentre un pequeño hueco en mi ajetreada vida y pueda escribir algo más. Hoy os dejo un fragmento del libro "El Alquimista" de Paulo Coelho. Espero que os guste.

"[...] El muchacho no sabía lo que era la Historia Personal... 
- Es aquello que tú siempre deseaste hacer. Todas las personas, al comienzo de la juventud, saben cuál es su Historia Personal. En esa altura de la vida, todo está claro, todo es posible, y ellas no tienen miedo de soñar y desear todo aquello que les gustaría hacer en sus vidas. Mientras tanto, a medida que va transcurriendo el tiempo, una fuerza misteriosa empieza a tratar de demostrar que es imposible realizar la Historia Personal.
Lo que el viejo estaba diciendo no tenía mucho sentido para el muchacho. Pero él quería saber lo que eran "Fuerzas Misteriosas"
- Son las fuerzas que parecen malas, pero en realidad te están enseñando el modo de realizar tu Historia Personal. Están preparando tu espíritu y tu voluntad, porque existe una gran verdad en este planeta: seas quien seas o hagas lo que hagas, cuando quieres con voluntad alguna cosa, es porque este deseo nació en el alma del Universo. Es una misión en la Tierra... El Alma del Mundo es alimentada por la felicidad de las personas. O por la infelicidad, la envidia, los celos. Cumplir con su Historia Personal es la única obligación de los hombres. Todo es una cosa solamente. Y cuando tu quieres una cosa, todo el Universo conspira para que realices tu deseo. [...]"

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